¿Qué sabía Kyra del señor Redman?
Que era uno de los directivos de la empresa donde ella trabajaba, que le gustaba el café solo y amargo, y que el domingo se convertiría en su marido.
Kyra Symington estuvo a punto de caerse de la silla cuando el atractivo James Redman le pidió su mano. La unión sería temporal y sin ataduras, por supuesto. Ella jamás soñaría con dormir al lado de su marido toda una noche, ni con recibir algo más que un beso amistoso en la mejilla. Kyra tendría que vigilar rigurosamente su corazón, porque James no jugaba limpio cuando quería algo… o a alguien.
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