Tenía al hombre perfecto delante de sus narices. Cuando a Freya la dejaron plantada en el altar, se mostró tan vulnerable que el obstinado y taciturno Jackson Falcon descubrió su lado protector. A Freya le sorprendió el comportamiento de Jackson. Habían pasado tanto tiempo negando cualquier interés romántico el uno por el otro que no había visto lo amable, cariñoso y guapísimo que era realmente. Pero tenía el corazón cerrado y, a pesar del encanto de Jackson, no podía confiar en él. Ahora dependía de Jackson demostrarle a Freya que era el hombre adecuado para ella y que siempre lo había sido.
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